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martes, 27 de marzo de 2012

Exilio voluntario.


Vestirme de ciudad y echar a andar es uno de mis grandes hobbies.
Me gusta la sensación de abstracción al mirarlos a todos ustedes robotizados, yendo de un comercio a otro, hablando por el móvil, con prisa, lentos, tardíos y ajenos a cada conquista que yo hago en el centro.

Miro los edificios. Saco cálculos absurdos y mentales sobre su año de inauguración, cuantas personas y tiempo hizo falta para su construcción, cuales serían los adelantos con los que no contaban... Puedo llegar a imaginar al orgulloso arquitecto diseñándolo, a veces logro recolocar andamios con sus obreros, puedo escuchar todo el mundanal ruido propio de una obra, la gente parar a su alrededor, para observar asombrada, el ritmo al que crecía su ciudad.

Estoy segura de que se contempla en algún tipo de patología psicológica el síntoma: añorar lo que no se ha vivido, con su correspondiente receta, cálmense!