De las veces que vacía de resistencia
me he rendido al arte de escucharte
vetusto sabio, de coherencia,
bálsamo y humanidades [...]
Me quedo yo con tu sonrisa etrusca,
con todos y cada uno tus Brunos
mis Salvatores.
He aquí mi homenaje,
nada nuevo,
una primavera que remolonea,
otra resta a golpe de martes.
Se me tiñe así de enlutada la tarde,
sobre cipreses talados y por talar
en las antípodas del parque.
Se me desmarañan,
desde el alto de mi atalaya improvisada
conocidas sombras
de superficies inestables,
se rescatan, se cuestionan y reclaman
verdades inmortales,
se maldice normas y doctrinas,
se reta a los mismos tronos,
los mismos dogmas,
los nuevos muros de viejos ideales.
No hay comentarios:
Publicar un comentario