porque lo malo de los espejos es que el reflejo tiende a estrechar
y además, a romper siempre por el mismo vértice.
Me voy con una nueva adquisición para mi colección de obstáculos,
reafirmando que lo mejor de las ventanas
es asomarse para asimilar la ciudad, el vértigo o el absurdo de sus atascos.
Me voy y esta vez lo hago sin haber llegado,
con la intención intacta
me voy así de quieta,
por no quedarme y en silencio,
por no callarme
me voy y me vengo con mi rebeldía
y también con todo,
a tientas y sin quejarme.
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